martes, 19 de febrero de 2013

Monólogo de Jesús Quintero



Me gustaría que no tuviéramos memoria
Que de un día para otro no nos conociéramos
Que nos estuviéramos descubriendo siempre.

Me gustaría llegar siempre con el mismo nerviosismo y la misma ilusión del primer día
Me gustaría que te acercaras a mí con la misma curiosidad, sin prejuicios, sin pedirme que te dé lo que ya esperas
Me gustaría que cada noche fuera un principio y un fin.

Odio la rutina, los compromisos, la obligación de ser fiel a una imagen
De tener que comportarme como tu esperas que me comporte.

Ayúdame
Deja que me contradiga
No me pidas coherencia
No me ates
No me obligues a seguir el mismo camino.

A veces...
A veces me da la impresión de que estoy atrapado
De que camino en círculo
De que no avanzo.

A veces me da la impresión de que me dejo llevar
De que no hago lo que yo quiero sino lo que de mi se espera.

A veces me pregunto si era esto lo que yo buscaba
Si era esto lo que yo quería.

Me gustaría empezar de nuevo cada noche
No quiero ser un loro

Acércate como si me conocieras
Como si fuera la primera vez
Olvídate de lo que ayer hablamos
El pasado es pasado
Hoy es hoy
Esta noche es esta noche.

 Jesús  Quintero.



miércoles, 13 de febrero de 2013

"Estoy orgulloso de tener esta palabra (inmoralidad) para distinguirme de la humanidad entera"

Zaratustra, el primer psicólogo de los hombres buenos, es, por consiguiente, un amigo de los malvados. Cuando una especie decadente de hombres ha ascendido en categoría al rango de la especie más alta, no ha podido elevarse de este modo sino en detrimento de la especie contraria, la especie fuerte y vitalmente segura de hombre.

Cuando la bestia del rebaño irradia en la claridad de la virtud más pura, el hombre de excepción se siente forzosamente degradado a la categoría de malvado.

Cuando la mentira reclama a cualquier precio, para su óptica, la palabra “verdad”, el hombre verdaderamente verídico se encuentra designado con los peores nombres, Zaratustra no deja aquí ninguna duda: dice que lo que le ha inspirado el terror del hombre es el conocimiento de los hombres buenos, de los "mejores"; de esta repulsión le han nacido alas, “para volar lejos hacia porvenires lejanos”.

No oculta que su tipo de hombre, un tipo relativamente sobrehumano, es sobrehumano precisamente con relación a los hombres buenos; que los buenos y los justos llamarían demonio a su superhombre....

Hombres superiores que mis ojos encuentran, esta es la duda que me inspiráis y mi secreta risa: adivino lo que llamaréis a mi superhombre: ¡demonio! Sois tan ajenos a la grandeza en vuestra alma que el superhombre os parecerá "terrible" en su bondad...

De este pasaje y no de otro hay que partir para comprender lo que Zaratustra quiere: esa especie de hombres que él concibe, ve la realidad tal como ella es: es bastante fuerte para ello. no es una especie de hombre extrañada, alejada de la realidad, es la realidad misma, encierra todavía en sí todo lo terrible y problemático de esta, sólo así puede tener el hombre grandeza...

Pero, también en otro sentido, yo he escogido la palabra inmoralista como insignia y emblema de mí mismo. Estoy orgulloso de tener esta palabra para distinguirme de la humanidad entera.

Nadie ha sentido todavía la moral cristiana como algo que se encuentra por debajo de él; para esto hacia falta una altura, una perspectiva, una profundidad y una hondura psicológicas absolutamente inusitados hasta ahora.

La moral cristiana ha sido hasta el presente la Circe de todos los pensadores; todos ellos se pusieron a su servicio. ¿Quién, pues, antes que yo ha descendido a las cavernas donde brota el aliento emponzoñado de donde brota esta especie de ideal, ¡la difamación del mundo!-?

¿Quién se atrevió siquiera a sospechar que éstas eran cavernas?

¿Quién antes que yo fue entre los filósofos un psicólogo, y no lo contrario de un psicólogo, un “charlatán superior”, un “idealista”?

Antes de mí no ha habido psicología. - Ser en este punto el primero puede constituir una maldición; pero en todo caso es un destino, pues se es también el primero en despreciar...

La nausea por el hombre: he ahí mi peligro.


Nietzsche
Desde Nietzsche para los pobres