domingo, 10 de mayo de 2015

Sobre la positivización del discurso y la pérdida de la alteridad.

En la coyuntura de un supuesto fin de la historia, considerar que al menos el primer mundo ha conquistado aquello que la brújula de la ilustración señaló y el discurso científico legitimó, aunado a la hegemonía cultural de occidente (aún con las pataletas del fundamentalismo), nos ha llevado a ver al otro no ya como una amenaza, sino como algo a ser vaciado de sí, es decir, el otro como un potencial yo. 

Los proyectos políticos son de naturaleza progresista, se fundan en la presunción de que la humanidad, la región o la nación, avanzan hacia un estado mejor de las cosas.  Están guiados por la esperanza de alcanzar aquellos ideales que se ofertan en cada coyuntura histórica como loables y admirables. 

Estos valores a alcanzar son construcciones culturales, y están legitimados por amplios consensos. Entre estos podemos encontrar la libertad, la declaración de los derechos del hombre, la democracia, la justicia social, la igualdad, etc.

Sin embargo estas aspiraciones deben ser, más que puntos de llegada, lugares desde los cuales partir hacia la consecución de nuevos objetivos que sean producto de deliberaciones y debates constantes.

Es decir, lo que en el pasado se debatió y encontró oposición en ciertos grupos (abolición de la esclavitud, derechos de la mujer, de los negros o voto universal) hoy es nuestra base para ir en búsqueda de nuevas respuestas a los desafíos que hoy nos ofrece la ciencia, la tecnología y los nuevos modos de organización y lazo (cada vez más fugaces).

Sin embargo, para llegar a todos estos consensos anteriormente logrados, siempre debió existir una dialéctica, una contraposicion, una negatividad, que hoy cuesta mucho encontrar.

Hoy estamos ante una positivización del mundo y de sus cosas, ante una eliminación de la negatividad, de la subversión.

Después de que se anunciara el fin de la historia, parece que cada quien está en la tarea de crear una forma de ser para sí y de sí para los otros, y que hemos llegado al punto en el que se han conquistado, al menos en el primer mundo, las circunstancias para que de manera individual cada uno haga de sí lo que crea apropiado. 

Así pues, parece que se llegó al fin de las luchas colectivas, y que si no está ya todo escrito, al parecer queda muy poco por hacerse.

Hoy la verdad es individual, y su límite es el daño al otro, aunque no siempre cualquier otro; sino el otro que es como yo. 

La otredad  se ha potibilizado de manera tal que ya no se ve en ella una amenaza (al menos no tanto como antes) sino más bien un proyecto de un otro-como-yo. 

Evidentemente no se trata de que en esta ilusión progresista amparada por el metarelato de la ilustración y la fe en la razón, las culturas periféricas hayan escogido el "camino correcto" hacia la consecusión de lo que el hombre debe ser. Se trata más bien de la manera en la que occidente ha paulatinamente eliminado la negatividad y la dialéctica, de manera tal que más que desaparecer físicamente al otro, se lo desaparece vacíandolo de sí mismo. 

Así pues, su poder subversivo se pierde y se acepta ya no como otro, sino como un posible otro-yo. 

Si antes se trataba de tolerar, y luego de aceptar, ahora se trata de vaciar de sí para llenar de mi al otro, de mi como meta concepción, y después de hacerlo, sentirme en él porque ahora el otro es yo. 

Una de las consecuencias de este acontecimiento es perder la referencia de la otredad, incluso de la otredad propia, esa que algunas veces molesta manifestándose de formas encriptadas en malestares y comportamientos que aparentemente escapan de la normalidad.

Y una vez perdida esta propia-otredad, esta subversión contra sí mismo, se escapa aquello que indica hacia dónde apuntar, eso que ejerce de brújula, porque las referencias han perdido sus polaridades, sus alteridades.

No es casual que el mercado hoy nos ofrezca café sin cafeína, dulces sin azúcar o cerveza sin alcohol. Se trata de positivizar el discurso, de homogeneizar y aplanar cualquier vestigio de desnivel, de limar cualquier aspereza. 

Las grandes compañías reciclan, hacen obras sociales siempre y cuando los consumidores lo financien. Si llevas 4 tapas de refresco la empresa donará un libro, o si consumes más de una cantidad en un supermercado, le darán una ayuda a un orfanato.

Al parecer todo está bien: si hay consumo, la compañía produce y además es verde, ahorra energía y hace donaciones. conforme se mantenga y aumente el consumo, se "ayudará" a los huérfanos o a la sociedad anticancerosa. 

Solo queda pensar que el mercado lo ha resuelto todo y poco a poco la ciencia acabará con aquellas cosas indeseables tales como las enfermedades y la pobreza. 

De manera pues que poco podemos hacer más que consumir y esperar que ese lugar prometido por la razón, y legitimado por el discurso de la ciencia, en algún momento futuro se alcance. 

Una de las razones para que esto ocurra es que no sólo se produjeron las soluciones, sino mejor aún, se produjo la agenda de problemas.

Si bien es cierto que ha habido un movimiento de lo colectivo a lo individual en cuanto a la responsabilidad de resolver y elaborar la propia vida, también es cierto que se evidenció un movimiento inverso, es decir, de lo individual a lo colectivo, en cuanto a cuáles eran los problemas a resolver por el individuo, al menos en términos generales.

De esta manera se elaboró, y se sigue elaborando de manera continua, una agenda de conflictos a ser resueltos, como por ejemplo el cambio climático o la bioética, y a través de un movimiento invasivo se sitúa al individuo dentro de esta coyuntura, brindándole de alguna manera un problema del cual discutir, al cual otorgarle su atención, y se le reviste de la magnitud apropiada para que le parezca lo suficientemente importante. 

Es decir, se confeccionan los problemas y las soluciones, quedando pues muy poco por hacer, ya que se trata más bien de una cuestión de voluntad de resolver a través de las herramientas de las que se disponen, que de realmente pensar "out of the box".

Si bien es cierto que, a modo de condena, solo podemos responder a aquellas preguntas que se pueden formular; parece que peor aún es pensar que ya se han formulado todas las interrogantes.

sábado, 29 de junio de 2013

Nunca seré mientras sea yo. Solo sere cuando sea nada, solo seré cuando sea todo.

"No soy yo el que escribe estas lineas, no soy sujeto ni objeto. Las curvas que dibuja la tinta sobre el papel no son letras. Las curvas no son curvas, la tinta no es tinta, el papel no es papel. No soy verso, ni poesía, ni ensayo. No soy verdad, ni mentira. Soy mientras seamos, soy lo que quieras que sea. Aunque lo que quieras no será lo que soy, solo seré cuando no quieras. Solo seré cuando seamos. No soy materia, ni particula, ni atomo, tampoco soy alma, mucho menos cuerpo. No soy lo que digo, ni lo que pienso, ni lo que hago. Nunca seré cuando quiera ser. Nunca seré mientras sea yo. Solo sere cuando sea nada, solo seré cuando sea todo."
Ezkl Rstnd
 

domingo, 12 de mayo de 2013

El gran desprendimiento



"El gran desprendimiento llega súbitamente…, como una sacudida sísmica; el alma joven se estremece de una vez, se suelta, se arranca, ella misma no entiende lo que sucede. Impera un impulso y un embate que se enseñorea de ella como un mandato, despierta una voluntad y un deseo a todo precio de partir hacia alguna parte; arde y llamea en todos sus sentidos una fuerte y peligrosa curiosidad en torno a un mundo desconocido…Despierta un susto súbito y una desconfianza frente a lo que ella amaba, un relámpago de desprecio frente a lo que se llama “deber”, una exigencia revolucionaria, arbitraria, volcánica que empuja a la peregrinación". (Nietzsche)



domingo, 7 de abril de 2013

"Con frecuencia se apoderaba de mí una intensa sensación de exilio.. Me sentía extranjero en el mundo en general y en mi propio cuerpo en particular como parte del mundo.. Mi cuerpo,, una prisión que me obligaba a estar en el mundo,, una tumba donde yo estaba enterrado vivo.. Los sentidos,,.ventanas de cárcel.. 

Era como si yo hubiera caído de una posición superior legítima ocupada por mí anteriormente, como si hubiera caído en desgracia y venido a menos al nacer.. Me sentía en la situación de quien ha perdido un gran tesoro..."

Jonuel Brigue

 
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia


 

Vía Nietzsche para los pobres




"En las profundidades del invierno, finalmente aprendí que dentro de mí se encuentra un verano invencible."  

Albert Camus


 

Vìa Nietzsche para los pobres




miércoles, 6 de marzo de 2013

"El camino en efecto no existe"

"Por muchos caminos diferentes y de múltiples modos llegue yo a mi verdad; no por una unica escala ascendí hasta la altura donde mis ojos recorren el mundo. Y nunca me ha gustado preguntar por caminos. Esto repugna siempre a mi gusto ! Preferiria preguntar y someter a prueba a los caminos mismos. Un ensayar y un preguntar fue todo mi caminar y en verdad también hay que aprender a responder a tal pregunta. Este es mi gusto ! No un buen gusto, no un mal gusto pero si mi gusto, del cual yo no me averguenzo ni lo oculto. Este es mi camino ¿Dónde está el vuestro? Así respondía yo a quienes me preguntaban por el camino. El camino en efecto no existe .
Así Habló Zaratustra