domingo, 13 de enero de 2013

De la nostalgia de los domingos.


Los domingos son especialmente nostálgicos, parece que en nuestra manera de entender el tiempo, en ciclos, el domingo representa la despedida de un ciclo y la bienvenida de uno nuevo. El domingo lavamos la ropa, aseamos la habitación, pensamos en todo lo que tenemos que hacer el siguiente ciclo, y hacemos una especie de reflexión de lo que nos dejó el anterior. 



Para mí los domingos nunca fueron agradables. De niño me quejaba porque el lunes tenía clases nuevamente, y de no tan niño también; creo que este síndrome finalizó conjuntamente con mi pregrado, al menos en lo académico. Por otro lado, creo que todos los que trabajamos sabemos lo que se siente el domingo, no profundizaré en eso, pero estoy seguro en que podemos coincidir que la sensación no es gratificante.



 Pero para retomar lo nostálgico, que ciertamente no va por la parte académica o laboral, los domingos, no se si es por tener mucho tiempo libre, me hacen entrar en reflexión. Y aquí quiero diferenciar las reflexiones filosóficas de las que verdaderamente me causan nostalgia, que son las que tienen que ver con una ausencia, con un vacío, con una no-presencia de alguien; sí, de alguien.



Son muy interesantes las reflexiones filosóficas, ciertamente se llevan una gran parte de mi tiempo libre y se me hacen muy atractivas. Estas reflexiones me pueden llevar a sentimientos de angustia, desconcierto, de desamparo, pero no a la nostalgia.



Y lo peor de esta nostalgia, es que es extrañar lo que nunca estuvo, lo que nunca fue, es la sensación de que, no se en qué momento, ni en qué lugar, dejé escapar algo. 



Debo confesar que en estos momentos debería estar haciendo un breve ensayo filosófico que aún tengo pendiente, pero la verdad es que no pude empezarlo, porque como el que ha sentido esta nostalgia sabe, no te deja hacer más nada que ahogarte en ella misma. Llena cada poro de tu piel, no hay un espacio donde no haya una dosis de esta sensación. Y es que ella es así, abarca toda la geografía, la respiras, la degustas, la hueles. Ella quiere hacerse notar, y tiene éxito en su empresa. 



Pero aquí viene lo cautivador: no se por qué razón tengo la convicción de que llenar este vacío, acabar con esta no-presencia, cambiaría rotundamente mi mundo.  Y no solo el mío, siento que todos tenemos potencialmente esta nostalgia, solo que no en todos se desarrolla, y en los que la mantienen latente, o más aún, en los que parecen acabar con ella por completo, se acaban los domingos filosóficos, y si se acaban los domingos filosóficos (que son los días filosóficos por excelencia!!!), hay que imaginar la poca presencia que deben tener los cuestionamientos trascendentales el resto de la semana. 



No oculto mi interés en temas como la libertad, la justicia, la ciencia, y todo aquello que ha fascinado a los hombres en toda su historia, pero tengo la certeza de que cuando se ama a una mujer, cuando se llega al punto en el que no se siente la nostalgia, cuando no se piensa en la muerte, porque en ese momento la verdadera muerte es el fin del beso, y toda la atención está puesta en la próxima caricia, entonces importa poco o nada Platón, y la filosofía no es más que un pasatiempo. No quiero ser irrespetuoso con las mentes más brillantes de nuestra especie, no quiero renegar de toda su investigación, de sus análisis. A lo mejor soy yo un raro espécimen que le da más importancia a lo irracional, a lo humano, a aquello que muchos han rechazado por representar lo más básico. A lo mejor soy tan básico que cambio mi libertad por los brazos de la mujer que quiero, y me prefiero tras las rejas de sus pensamientos que en las bibliotecas. Pero es que si soy, como todos, tan efímero, tan mortal, ¿por qué prohibirme entonces darme por completo? Si darme por completo, total y eternamente, no es nada más que un pestañeo de la historia del todo. 



Siento que al superar la nostalgia sería capaz de dejar los libros por los besos, las clases por las escapadas al parque más cercano, y todos los planes futuros por una mirada más, sí, por sólo una más. Estaría desudo completamente ante la vida, pero ¿Acaso no es así como venimos al mundo? ¿Acaso no es así como nos quiere la vida? Desnúdame entonces amor, de toda nostalgia, y si has de dejarme alguna dosis, déjame sólo la de los domingos. 

J.D.


















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